El orígen del marcoEs complejo saber con certeza el origen del marco. Tenemos constancia de estos primeros marcos en la Grecia del siglo IV a. C, el marco nace de la necesidad de darle un sustento físico a la pintura, que lo delimitaran y separaran del exterior. Su función era la de juntar cuatro tablas o listones para proteger la pintura y manipularla a través de el.

También se conocen referencias del marco en el mundo romano, por ejemplo en la Casa de las Vestales de Pompeya, se aprecia el sistema de sustentación de los cuadros, un cordón pasaba por los dos ángulos superiores del marco y se sujetaban de un gancho sujeto a la pared , también era muy frecuente que la obra estuviera resguardada con dos puertas, para cubrir la pintura. Cenefas u orlas, o simple líneas gruesas limitaban las escenas representadas en las distintas obras, aislándolas y dándoles protagonismo. Por lo que tanto el diseño como el concepto del marco, ya estaban presentes.

En España, nos confirman esta tradición, las pinturas murales aparecidas en una casa romana de Mérida, el repertorio ornamental de esta habitación está compuesto por seis registros rectangulares, enmarcados con ondas, cintas dobladas y guirnaldas o festones, están dispuestos sobre un zócalo con aplicaciones de mármoles y jaspes simulados. Estos detalles y formas se advierten a lo largo del Arte Romano, en varios lugares y diferentes obras. En España además de representaciones de pinturas, se han encontrado restos de metal de época romana, con inscripciones y decorados, son trozos de un marco, también han sido hallados marcos en bronce, que se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional.

Sorprende la abundancia de molduras de metal y la generalización del concepto artístico del remarque, presente en casi todas las manifestaciones artísticas de la época clásica.  Los expertos, deducen que seguro que se utilizó también el marco de madera, pero por las características del material no han llegado hasta nuestros días, ni siquiera restos.

Mejor conservación han tenido los marcos de madera del antiguo Egipto, algunos de los que nos han llegados pertenecían a rituales de carácter funerario y de momificación. Primero se les retrataba en vida y cuando morían se les aplicaba el rostro pintado sobre la cara de la momia. Los marcos solían ser de corte rectangular y sin el lado inferior, puesto que esta parte se integraba con el cuerpo del difunto. Esta práctica pone de manifiesto que el marco además de tener la función de proteger, tenía la función de destacar el retrato del difunto, considerando la cara la parte más representativa del cuerpo, puesto que se la enmarcaban rodeándola con un marco.

Un breve fragmento de la célebre carta de Poussin a Chantelou, en 1639, sobre los israelitas recogiendo el maná en el desierto, es otro de los testimonios más elocuentes de la importancia que los artistas concedían al marco:

“Os advertiré tan sólo de que os envío vuestro cuadro del maná por medio de Bertholin, correo de Lyon (…) Cuando lo hayáis recibido, os suplico que si lo encontráis bueno lo adornéis con un marco, pues lo necesita, a fin de que contemplándolo desde cualquier ángulo los rayos del sol sean retenidos y no se esparzan hacia fuera recibiendo la influencia de otros objetos vecinos que viniendo mezclados desordenadamente con las cosas pintadas confundan la vista (…) sería muy apropiado que dicho marco fuese dorado de oro mate muy sencillo, pues éste  se adecua muy delicadamente a los colores sin ofenderlos (…) debe ser colocado por encima de la línea de los ojos”(Stoichita, 2000:62)

El marco estuvo presente en las distintas épocas de nuestra historia, trascendiendo hasta nuestros días.

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